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“Ahi viene la E”, la vitamina E a 100 años de su descubrimiento

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“Ahí viene la E, alzando los pies” cantaba en “La marcha de las letras” el famoso cantautor Francisco Gabilondo Soler, mejor conocido como Cri-Cri desde 1934. Curiosamente, tan solo unos años antes de la creación de este personaje infantil, en 1922, los investigadores Herbert McLean Evans y Katherine Scott Bishop descubrieron a la vitamina E a la mitad de sus estudios sobre la fertilidad y la nutrición. Por lo tanto, que mejor forma de festejar los 100 años del descubrimiento de esta vitamina que hablando de ella e informándote sobre todo aquello que no solemos escuchar sobre la vitamina E. Continúa leyendo este blog y observarás que las funciones de la vitamina E van mucho más allá de los beneficios que inicialmente encontraron Evans y Bishop.

Como mencionamos, Evans y Bishop descubrieron a la vitamina E en 1922, cuando analizaban en ratas el efecto de distintos micronutrientes. Así fue como Evans y Bishop observaron que el consumo de dietas ricas en vitaminas A, B, C y D favorecían el crecimiento de las ratas, pero no mejoraban la fertilidad de estas. Para confirmar esta hipótesis, estos investigadores produjeron infertilidad en ratas mediante cambios específicos de su alimentación (dietas altas en caseína, almidón de maíz, manteca de cerdo, grasa de mantequilla, sal y levadura). Como resultado de sus experimentos, Evans y Bishop observaron que la infertilidad pudo ser revertida alimentándolas con lechuga o aceite de germen de trigo, pero no aceite de hígado de bacalao o la harina o la paja de trigo. Al concluir la investigación, ellos llegaron a la conclusión de que esto era efecto de algún “componente X” presente en ciertos aceites vegetales. Si bien, no fueron Evans y Bishop los que dieron nombre a este “componente X”, más tarde el investigador Barnett Sure (7), dando seguimiento a los avances científicos de sus predecesores en este campo, fue el primero en sugerir el nombre de vitamina E, que pronto fue adoptado por Evans, Bishop y otros tantos investigadores.

Pero ¿La vitamina E tiene otras funciones además de mejorar la fertilidad? Por supuesto, los descubrimientos sobre la mejora de la fertilidad fueron solo el principio de una serie de beneficios que serían atribuidos a esta vitamina. Un par de años después de su descubrimiento, Henry A. Mattill y Harold Saft Olcott fueron los primeros en descubrir la función como antioxidante de la vitamina E, siendo hasta la fecha una de sus propiedades más importantes. En un principio, este consistía en aceites transparentes que representaban un concentrado antioxidante de la vitamina E a los cuales se les conocía como “inhibitoles”, observándose que estos componentes en lechuga, germen de trigo, semilla de algodón y aceites de palma mostraban propiedades físicas y químicas muy parecidas, lo que dificultaba su separación para estudiarlos individualmente. Más tarde, de nuevo Herbert McLean Evans en colaboración con Oliver H. Emerson y Gladys A.Emerson lograron aislar a lo que hoy en día conocemos como α-tocoferol. El α-tocoferol es la forma más activa de vitamina E y la segunda forma más común de vitamina E en la dieta, después del γ-tocoferol. En este sentido, como fruto de los esfuerzos científicos de diversos personajes, hoy en día tenemos claro que hay ocho formas naturales de vitamina E: el alfa, beta, gamma y delta de tocoferol y tocotrienol, que son sintetizados por las plantas a partir del ácido homogentísico. La vitamina E es un nombre colectivo para un grupo de diferentes compuestos que incluyen tocoferoles (con cadena isoprenoide saturada) y tocotrienoles (con cadena isoprenoide insaturada).

Actualmente, consideramos a la vitamina E como un antioxidante liposoluble que puede proteger de la oxidación a los ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) presentes la membrana celular, además de contribuir en la regulación de especies reactivas de oxígeno (ROS) y especies reactivas de nitrógeno (RNS) y modular la transducción de señales. Los efectos inmunomoduladores de la vitamina E se han observado en modelos animales y humanos en condiciones normales y de enfermedad. Aun nos falta mucho por descubrir sobre los beneficios de la vitamina E, pero estudios recientes se han centrado en los efectos de la vitamina E en células inmunitarias específicas, logrando importantes avances en la comprensión del desarrollo, la función y la regulación de las células dendríticas (DC), los macrófagos, las células asesinas naturales (NK), las células T y las células B. Otros aspectos emergentes sobre los beneficios de esta vitamina incluyen la reducción del riesgo cardiovascular, inmunomodulación y efectos antialérgicos, propiedades neuro-protectoras en modelos de excitotoxicidad por glutamato y daño espinocerebeloso, hepato-protección y prevención de la toxicidad hepática por diferentes causas e incluso aplicaciones terapéuticas en la esteatohepatitis no alcohólica.

En el año 2010, Ruth Banks, John R. Speakman y Colin Selman realizaron un estudio en roedores en el que observaron que una suplementación vitalicia de vitamina E incrementó la esperanza de vida de los roedores en un 15%. Estos autores discuten que este incremento en la esperanza de vida era independiente de las propiedades antioxidantes de la vitamina E, reflejándose más bien un efecto anticancerígeno a través de la inducción de la vía de señalización P21, ya que el cáncer es la principal causa de muerte en roedores pequeños. Además, se ha observado que la suplementación de vitamina E en conjunto con otras puede resultar en mayores beneficios que la suplementación individual. Por ejemplo, en una publicación científica en la Revista de Tratamiento Dermatológico en el año 2011, se observó que la suplementación con vitamina E, vitamina D y en combinación (vit. E y D) redujeron la dermatitis atópica en un 34.8%, 35.7% y 64.3%, respectivamente. Resultados similares se han observado en la suplementación combinada de vitamina E y vitamina C, resulta en un mayor efecto antioxidante. Esto se debe a sus diferentes ubicaciones subcelulares, por lo que se ha demostrado que una combinación de vitamina E y C tiene un mejor efecto antioxidante gracias a un mecanismo de regeneración entre ambas moléculas, en el que la vitamina C es capaz de regenerar rápidamente a la vitamina E una vez que esta ha actuado para estabilizar radicales libres o especies reactivas de oxígeno/nitrógeno.

Las recomendaciones de ingesta dietética de vitamina E se establecen en muchos países del mundo reconociendo su rol como un potente antioxidante capaz de romper la oxidación en cadena para preservar la integridad de la membrana celular. Las recomendaciones actuales de ingesta de vitamina E varían entre 3 y 15 mg/día en diferentes países y dependiendo de la edad de la persona. En los EE. UU., la cantidad diaria recomendada (RDA) de vitamina E es de 15 mg de α-tocoferol en adultos, tanto para hombres como para mujeres, con una edad mínima de 14 años. Este valor RDA se basa en los marcadores de integridad de la membrana de los glóbulos rojos establecidos en estudios humanos publicados en las décadas de 1950 y 1960. Estos estudios estimaron los niveles de vitamina E que previenen la hemólisis inducida por peróxido y la supervivencia celular reducida en sujetos alimentados con una dieta deficiente en vitamina E durante más de seis años; una ingesta de 12 mg de α-tocoferol por día fue suficiente para alcanzar el nivel protector de umbral de α-tocoferol sérico de 12 µmol/L, que luego se definió como el Requerimiento Promedio Estimado (EAR) y se convirtió en la base para calcular la RDA. Aunque este enfoque es muy criticado, hasta ahora no se ha acordado uno mejor. Sobre la base de estos resultados, el Instituto de Medicina (IOM) de EE. UU. definió como deficiente un estado de concentración sérica de α-tocoferol inferior a 12 µmol/l. Su consumo hoy en día es considerado seguro, ya que no se cuenta con estudios sólidos que hayan sido capaces de vincular el consumo excesivo de vitamina E con efectos adversos a la salud. No obstante, algunos casos aislados han reportado síntomas ligeros de dolor de cabeza, fatiga, nausea, visión doble, debilidad muscular, creatinuria leve y malestar gastrointestinal en individuos con un consumo superior a 666 mg de vitamina E al día. Afortunadamente, esta es una cantidad difícil de alcanzar por la baja concentración de vitamina E en los alimentos y suplementos alimenticios. Para poner en contexto, entre el top 5 de alimentos ricos en vitamina E se encuentran: aceite de girasol (48.70mg por cada 100g), avellanas (26.20mg por cada 100g), almendras (20mg por cada 100g), aceite de maíz (11,20mg por cada 100g), aceite de soja (10.10mg por cada 100g). En el caso de los suplementos, generalmente la indicación de los fabricantes es consumir 1 cápsula o tableta de 250mg al día. En este sentido, para superar los 666 mg de ingesta de vitamina E, según la información nutricional de estos alimentos sería necesario consumir más de 6 porciones de 100g de estos 5 alimentos en un solo día, o superar en 3 la dosis de suplementos sugerida por la mayoría de los fabricantes.

Quizá al leer el contenido de vitamina E en estos alimentos, te hayas percatado de que existe un contraste importante entre el RDA y la concentración en alimentos. Es importante resaltar que a pesar de que el RDA de vitamina E este fijado como 15 mg, esto no quiere decir que sea la cantidad óptima de consumo para obtener sus beneficios. Es importante recordar que los valores de RDA y de ingesta adecuada (IA) están basados en las concentraciones mínimas necesarias para no padecer una deficiencia de estos micronutrientes, no para lograr el consumo óptimo de los mismos. Sin embargo, la ciencia aún se encuentra trabajando en la definición de las concentraciones óptimas en función de las necesidades biológicas de los diferentes sectores de la población. Por ejemplo, se ha observado que la suplementación de vitamina E en deportistas puede traer grandes beneficios para reducir el daño muscular causado por la práctica de ejercicios aeróbicos. En un estudio realizado por el Dr. Reza Ghiasvand y colaboradores, se observó que una suplementación combinada de con 250 mg diarios de vitamina E y C puede ayudar a reducir los marcadores de daño muscular inducidos por ejercicios aeróbicos en mujeres en edad fértil. De tal manera que los autores de este estudio concluyeron que el uso de vitamina E y C son especialmente útiles para las mujeres deportistas que cumplen con estas características poblacionales.

Aún queda mucha información por descubrir por la ciencia, aunque considerando que es una vitamina con sólo un siglo de su descubrimiento, bastantes hallazgos podemos resaltar. Sin embargo, es necesario que se confirmen las dosis efectivas para adquirir los beneficios de la vitamina E a través de diferentes estudios científicos especializados para diferentes sectores poblacionales. De esta forma, podremos hacer un uso más eficiente de esta vitamina para lograr nuestros objetivos nutricionales en un menor tiempo. Esperamos que hayas aprendido un poco más sobre la vitamina E y sus beneficios a la salud. Recuerda que para conocer los beneficios de esta y otras vitaminas puedes seguir visitando nuestro blog técnico, dónde intentaremos mantener este canal de comunicación para divulgar los más recientes avances científicos a la población general.

Para más información sobre la vitamina E y sus beneficios puedes consultar los siguientes artículos:

  1. Azzi, A. (2021). Reflections on a century of vitamin E research: Looking at the past with an eye on the future. Free Radical Biology and Medicine, 175, 155-160.
  2. Colombo, M. L. (2010). An Update on Vitamin E, Tocopherol and Tocotrienol—Perspectives. 15(4), 2103-2113.
  3. Farina, N., Llewellyn, D., Isaac, M., & Tabet, N. (2017). Vitamin E for Alzheimer’s dementia and mild cognitive impairment. Cochrane Database of Systematic Reviews(1).
  4. Galli, F., Azzi, A., Birringer, M., Cook-Mills, J. M., Eggersdorfer, M., Frank, J., Cruciani, G., Lorkowski, S., & Özer, N. K. (2017). Vitamin E: Emerging aspects and new directions. Free Radical Biology and Medicine, 102, 16-36.
  5. izvi, S., Raza, S. T., Ahmed, F., Ahmad, A., Abbas, S., & Mahdi, F. (2014). The role of vitamin e in human health and some diseases. Sultan Qaboos University medical journal, 14(2), e157-e165.
  6. Javanbakht, M. H., Keshavarz, S. A., Djalali, M., Siassi, F., Eshraghian, M. R., Firooz, A., Seirafi, H., Ehsani, A. H., Chamari, M., & Mirshafiey, A. (2011). Randomized controlled trial using vitamins E and D supplementation in atopic dermatitis. Journal of Dermatological Treatment, 22(3), 144-150.
  7. Lee, G. Y., & Han, S. N. (2018). The Role of Vitamin E in Immunity. 10(11), 1614.
  8. Niki, E., & Traber, M. G. (2012). A History of Vitamin E. Annals of Nutrition and Metabolism, 61(3), 207-212.
  9. Ryan, M. J., Dudash, H. J., Docherty, M., Geronilla, K. B., Baker, B. A., Haff, G. G., Cutlip, R. G., & Alway, S. E. (2010). Vitamin E and C supplementation reduces oxidative stress, improves antioxidant enzymes and positive muscle work in chronically loaded muscles of aged rats. Experimental Gerontology, 45(11), 882-895.
  10. Taghiyar, M., Darvishi, L., Askari, G., Feizi, A., Hariri, M., Mashhadi, N. S., & Ghiasvand, R. (2013). The effect of vitamin C and e supplementation on muscle damage and oxidative stress in female athletes: a clinical trial. International journal of preventive medicine, 4(Suppl 1), S16-S23.
  11. Traber, M. G. (2014). Vitamin E Inadequacy in Humans: Causes and Consequences. Advances in Nutrition, 5(5), 503-514.