América Latina es desde hace dos meses el epicentro de la pandemia del coronavirus, que avanza sin freno por el continente: los más de tres millones de contagios detectados allí suponen casi la mitad de todos los casos en el mundo. La pobreza, la desnutrición, la crisis económica, social y política que atraviesan los países latinoamericanos hacen que la propagación del virus SARS CoV-2 en pleno invierno suponga todo un cóctel explosivo en una región ya desestabilizada, según recoge el informe América Latina ante la protesta y la pandemia presentado este miércoles por la Fundación Alternativas.
El documento, firmado por varios politólogos y expertos de la región, analiza los cambios políticos en los países del continente en los últimos años: desde la elección del ultraderechista Jair Bolsonaro como presidente de Brasil, a la pugna por el poder venezolano entre Nicolás Maduro y Juan Guaidó, la huida de Evo Morales, el crimen y el narcotráfico en México o las oleadas de protestas a finales de 2019 en Chile, Nicaragua y Brasil contra los gobiernos.
Todos estos factores, sumados a la pobreza y las crisis sociales, preceden a la pandemia, tal y como ha destacado la analista Karina Cáceres. “Los problemas eran preexistentes a la pandemia y el coronavirus los ha hecho más potentes y evidentes. La región estuvo viviendo una crisis de la democracia, donde las instituciones no eran capaces de dar soluciones efectivas, eficientes y a la altura de las demandas de los ciudadanos”, señalaba durante la presentación.
La gestión política ante un frágil sistema sanitario
Aunque el virus saltó primero a Europa desde Asia, buena parte de gobiernos latinoamericanos decretaron el confinamiento y cerraron fronteras en marzo, con el objetivo de proteger los frágiles sistemas sanitarios, según destaca el informe. En cambio, las restricciones desiguales o rotatorias, las dificultades para controlar los movimientos de la población y el estrés sobre los sistemas sanitarios han catapultado las cifras de contagios y muertes en estos países. Brasil, cerca de los dos millones de contagios, continúa creciendo a un ritmo preocupante; mientras que México es el cuarto país del mundo en muertes y países como Perú o Chile ya han superado los 300.000 casos de COVID-19.
“Hay una enorme desigualdad dentro de los propios países en el acceso a la salud“
Aunque con diferencias, la mayoría de países cuentan con una “capacidad limitada” en sus sistemas sanitarios, pues los medios tecnológicos o aparatos vitales como son los respiradores escasean, tal y como ha estudiadio la coordinadora de la Fundación Alternativas en América Latina, Érika Rodríguez. “Hay una enorme desigualdad dentro de los propios países en el acceso a la salud. En Colombia, hay departamentos que no tienen un solo respirador, cuando en el centro sí hay un sistema fuerte”, señala a RTVE.es. Otra dificultad añadida viene a la hora de contabilizar los datos de la enfermedad ante la falta de recursos, lo que hace que muchas cifras sean “poco fiables”.
La investigadora considera aun así que la mayoría de los países estaban preparados por el ejemplo europeo, a pesar de la disparidad de métodos: “Brasil o México negaron la existencia del virus, mientras Perú fue muy diligente y empezó muy rápido los confinamientos”, resume. Y si el coronavirus ha supuesto un examen de liderazgo político sin precedentes en todo el mundo, las consecuencias en los sistemas políticos resultan impredecibles.
Aumento de la pobreza
Si en España el coronavirus afectó en los peores meses de la pandemia a personas mayores de 50 años, el perfil del paciente latinoamericano difiere mucho y está ahondando la brecha económica y social del continente. Según analiza la coordinadora de la Fundación Alternativas, se trata de “personas trabajadoras de clases bajas, jóvenes que tienen que usar el transporte público, que no pueden hacer las cuarentenas y que están sometidos a tumultos”, o incluso colectivos más vulnerables como los indígenas del Amazonas. Mención aparte sucede con los venezolanos, lastrados por la falta de alimentos y medicamentos en el país caribeño. “El virus es muy problemático una vez instalado en un país donde la gente tiene que hacer cola para obtener comida” añade Rodríguez.
De hecho, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe estimaba este miércoles que el PIB regional se contraerá un 9,1 % en 2020, lo que impulsará la tasa de paro hasta el 13,5 % en el continente, la peor caída desde que se tienen registros. Los países más afectados serán Venezuela, Perú, Argentina, Brasil, México y El Salvador.
La inminente recesión económica afectará de pleno en la pobreza, una tasa que crecerá este año hasta el 37,3 %, es decir, 28,5 millones de personas más según el organismo de la ONU.
Más inestabilidad en la región tras la pandemia
La situación incontrolable augura un “ciclo evidente de inestabilidad”, según aseguraba en la presentación del informe el presidente de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (CRIES) Andrés Serbin. Para el analista, hay tres factores que marcarán la hoja de ruta: la corrupción política, la reaparición de los militares como actores políticos y el aumento del crimen organizado. “Los desafíos inmediatos no se van a limitar con la pospandemia, que ya de por sí es un desafío inmenso, sino con una recesión económica muy profunda y graves dificultades para responder sin cambiar nuestra estructura productiva”, ha señalado.
Y todo en un marco de tensión social que podría agravarse cuando se estabilice la situación. “Las protestas [de finales de 2019] mostraban cierta madurez democrática, capacidad de representar las demandas de la sociedad y fortaleza de la seguridad civil. La pandemia trae un enorme peso social, un aumento de la desigualdad y mayor pobreza”, destaca Érika Rodríguez. Así, no es descartable que los ciudadanos terminen por tomar las calles en contra de la gestión de determinados dirigentes en países como Colombia o Ecuador.
“La pandemia trae un enorme peso social, un aumento de la desigualdad y mayor pobreza“
Fuente: RTVE