TU ADN EN EL PLATO: Suplementos personalizados al rescate

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TU ADN EN EL PLATO: Suplementos personalizados al rescate

Fecha de publicación: 19 marzo, 2025

Autor: Dr. Gustavo Velderrain

Dicen que no hay dos huellas digitales iguales… y lo mismo pasa con lo que ponemos en el plato. Seguro conoces a alguien que puede tomarse tres cafés después de cenar y dormir como bebé, mientras otro con un solo espresso ya queda en vela hasta el amanecer. Esa misma lógica aplica a la nutrición y, claro, también a los suplementos.

Durante mucho tiempo creímos que una vitamina era “una vitamina” para todos. La realidad es más interesante: tu microbiota, tu genética y hasta tu estilo de vida diario pueden hacer que ese mismo nutriente funcione de maravilla en ti, pero no tanto en tu vecino. Lejos de ser un problema, esta variabilidad abre la puerta a algo fascinante: la personalización nutricional.

Hoy, gracias a la investigación en genética y microbioma, los suplementos están dejando de ser “talla única” para convertirse en herramientas adaptadas a cada persona. Porque, al final, lo que elegimos como alimento —y lo que decidimos suplementar— también habla el idioma de nuestro ADN.

¿Por qué no todos respondemos igual?

Seguro te ha pasado: alguien te recomienda un suplemento “infalible” porque a él le cambió la vida… y tú lo pruebas con toda la ilusión, pero el efecto no es ni parecido. ¿Es culpa del producto? ¿De tu cuerpo? La respuesta es más interesante: la variabilidad humana. Hoy sabemos que la forma en que respondemos a un nutriente o suplemento está marcada por factores tan personales como la microbiota intestinal, la genética y el estilo de vida. Y lejos de ser un obstáculo, esta variabilidad es la razón de que la nutrición personalizada tenga tanto sentido.

Un ejemplo claro viene de un ensayo clínico con 120 pacientes con síndrome de intestino irritable. Allí se evaluó la eficacia de prebióticos y probióticos diseñados específicamente para cada subtipo de la enfermedad. El resultado fue contundente: la severidad de los síntomas se redujo en promedio −38 puntos en la escala IBS-SSS (p<0.001), con beneficios notables en los subtipos con estreñimiento (−51.2 puntos; p=0.002) y diarrea (−44.5 puntos; p=0.004), mientras que en el subtipo mixto no se observaron cambios significativos. Este estudio demuestra que incluso dentro de un mismo diagnóstico, la respuesta depende del perfil individual. Algo parecido ocurre en el terreno de la alimentación. En un ensayo con 120 adultos sanos, el consumo de endulzantes sin calorías como la sucralosa o la sacarina alteró la respuesta glucémica solo en ciertos participantes, y el factor decisivo fue la composición de su microbiota intestinal. Aunque no se trata de suplementos, el mensaje es el mismo: no todos reaccionamos igual a un mismo compuesto, y esas diferencias están escritas en nuestra biología.

La genética también aporta evidencia. En un estudio sobre suplementación con vitamina D, se vio que algunas variantes en genes relacionados con su metabolismo —como DBP y CYP2R1— multiplican hasta por 11.5 veces el riesgo de no elevar adecuadamente los niveles sanguíneos de 25(OH)D tras la suplementación. En otras palabras, dos personas pueden tomar la misma dosis diaria y obtener resultados muy distintos, simplemente porque su ADN no procesa la vitamina de la misma manera. Lo mismo ocurre con los ácidos grasos omega-3. Un ensayo mostró que los portadores del alelo APOE4 generaron 14 veces más 8-HEPE (un mediador antiinflamatorio derivado del EPA) frente a solo 4 veces más en quienes tenían el genotipo APOE3. Es decir, la suplementación con omega-3 fue eficaz en ambos grupos, pero el tipo de respuesta metabólica fue diferente según la variante genética.

En conclusión: la misma cápsula no significa el mismo efecto. Igual que con un café (que a unos les activa y a otros les roba el sueño) o con la lactosa (que unos digieren sin problema y otros no), la clave está en cómo cada organismo procesa lo que consume. Y ese principio, aplicado a los suplementos, es lo que está dando paso a un nuevo paradigma: la nutrición personalizada.

La ciencia detrás de la personalización

Hablar de nutrición personalizada no es ciencia ficción ni marketing disfrazado. Es un campo donde ya existen datos duros que muestran cómo adaptar nutrientes y suplementos a la biología de cada persona puede marcar la diferencia.

Un ejemplo es la nutrición digital personalizada. En un ensayo con 347 adultos que siguieron un programa basado en microbioma, historial de salud y picos postprandiales, tras 18 semanas el grupo personalizado redujo sus triglicéridos en −0.13 mmol/L (p=0.016). También mejoraron el peso corporal, la circunferencia de cintura y la HbA1c, además de presentar una mayor diversidad microbiana en comparación con quienes solo recibieron guías generales. En otras palabras: no es lo mismo recomendar “coma más frutas y verduras” que diseñar una estrategia ajustada a lo que realmente necesita y procesa bien cada cuerpo. La genética agrega otra capa. En un estudio con 245 adultos tunecinos con deficiencia de vitamina D, se analizó la respuesta a la suplementación considerando 15 variantes genéticas. El hallazgo fue revelador: portadores de la variante DBP-rs4588 tenían 11.5 veces más riesgo de no responder, y otras variantes en CYP2R1 y VDR también redujeron la eficacia. Es decir, una misma dosis diaria puede elevar de forma espectacular los niveles de vitamina D en unos, y casi no mover la aguja en otros.

El caso de los ácidos grasos omega-3 va en la misma línea. Un ensayo a 12 meses mostró que los portadores del alelo APOE4 produjeron 14 veces más 8-HEPE (un mediador antiinflamatorio derivado del EPA) frente a solo 4 veces más en APOE3. Ambos grupos recibieron los mismos suplementos, pero el tipo y la magnitud de la respuesta fue completamente distinta. Y no es solo vitamina D u omega-3. El famoso polimorfismo MTHFR 677C→T también modula la respuesta a suplementos de B-vitamínas. En un seguimiento de casi 5 años con más de 2,300 participantes, quienes tenían el genotipo TT lograron una reducción más sostenida en homocisteína frente a otros genotipos, incluso después de un rebote natural con el tiempo. La lección es clara: la eficacia de la suplementación está íntimamente ligada a la genética.

Lo interesante es que todos estos datos refuerzan la misma idea: los suplementos no funcionan en el vacío. Su efecto está mediado por quién los toma: su ADN, su microbiota, su estilo de vida. Y eso no los convierte en fármacos, sino en lo que siempre han sido: herramientas nutricionales, que al personalizarse pueden dar mejores y más rápidos resultados.

Suplementos: herramientas nutricionales, no fármacos

Cuando hablamos de personalización, es fácil que alguien piense: “ah, entonces los suplementos son como medicinas hechas a medida”. Pero no: los suplementos no buscan curar, prevenir o tratar enfermedades. Su lugar está mucho más cerca de la mesa y la despensa que de la farmacia.

Podemos pensarlos como llaves nutricionales: abren puertas específicas que los alimentos, en la rutina diaria, a veces no logran cubrir del todo. Una cápsula de omega-3 no es un “medicamento para el corazón”, sino una manera práctica de asegurar un aporte de ácidos grasos que quizá tu dieta no está dando. Lo mismo pasa con la vitamina D: no se toma “para curar algo”, sino como un refuerzo cuando el sol o la dieta no alcanzan. Igual que con los alimentos, los riesgos aparecen cuando hay exceso o desajuste. Comer frutas es saludable, pero si alguien con intolerancia a la fructosa abusa, tendrá problemas. El hierro es vital, pero en personas sin deficiencia una suplementación indiscriminada puede acumularse y volverse contraproducente. Con la cafeína, todos hemos visto la diferencia: un café puede despertar a uno y causar insomnio a otro. Con los suplementos, sucede lo mismo: no son “peligrosos por sí mismos”, sino que necesitan contexto para aprovecharse al máximo. Por eso, los suplementos no deberían dar miedo. No son “pastillas misteriosas” ni “químicos extraños”: son herramientas nutricionales que funcionan bajo las mismas reglas que la comida. Igual que ajustamos la sal en una receta o elegimos entre arroz blanco o integral, también podemos decidir cuánta proteína en polvo, qué tipo de probiótico o qué dosis de vitamina tomar según lo que nos convenga.

La diferencia clave está en la expectativa. Si los vemos como fármacos, esperamos que “curen”. Si los entendemos como parte de la nutrición, los usamos para sumar valor, cubrir necesidades y acelerar resultados. Y en el marco de la personalización, esa lógica cobra aún más fuerza: porque un suplemento bien elegido, en la persona adecuada, puede ser tan relevante como ese alimento que nunca falta en su mesa.

¿Necesito un profesional para suplementarme?

Una duda común es si tomar suplementos sin la guía de un profesional puede ser “peligroso”. La respuesta es más sencilla de lo que parece: no es peligroso, pero sí puede ser menos efectivo.

Piénsalo como ir al gimnasio sin entrenador. Puedes hacer ejercicio por tu cuenta y seguro vas a obtener beneficios; pero con alguien que te observe la postura, te arme la rutina adecuada y te corrija los errores, llegarás antes a tu objetivo y con menos tropiezos. Con los suplementos pasa algo parecido. La ciencia lo muestra: en estudios de personalización, los mejores resultados se obtienen cuando el plan está ajustado al perfil genético, la microbiota o el estilo de vida de cada persona. Sin esa adaptación, el suplemento puede seguir aportando, pero no necesariamente en la medida que esperas. Es como usar una llave inglesa para todo: funciona, pero no siempre es la herramienta más precisa.

Un ejemplo claro es la vitamina D. Una dosis estándar puede ser suficiente para una persona que vive en una ciudad soleada y sin variantes genéticas de riesgo, pero quedarse corta en alguien con poca exposición solar o con polimorfismos en genes como DBP o CYP2R1, que reducen la eficacia de la suplementación. Con asesoría profesional, ese ajuste se hace de forma segura y eficaz. Esto no significa que los suplementos sin recomendación médica sean un salto al vacío. Igual que nadie necesita un chef para prepararse un sándwich, tampoco necesitas una receta para tomar un multivitamínico básico. Pero si quieres resultados rápidos, específicos o estás buscando un efecto concreto —como mejorar tu recuperación deportiva, optimizar energía o reforzar tu microbiota—, el acompañamiento de un profesional puede marcar la diferencia.

En resumen: no es cuestión de seguridad, es cuestión de estrategia. Los suplementos son herramientas accesibles para todos, pero cuando se usan con asesoría, pasan de ser “una ayuda” a convertirse en aliados verdaderamente personalizados.

Tu nutrición, tan única como tu ADN

Al final, la gran lección de toda esta evidencia es sencilla: no hay dos caminos iguales hacia el bienestar. Así como tu huella digital es única, también lo es la manera en que tu cuerpo procesa cada nutriente.

La nutrición personalizada nos recuerda que no se trata de buscar la “pastilla mágica” ni la dieta universal, sino de construir un plan que hable el idioma de tu cuerpo. Para algunos, eso puede significar ajustar la vitamina D según la genética; para otros, elegir un probiótico compatible con su microbiota; y para otros más, reforzar con omega-3 porque su dieta no alcanza. Los suplementos, vistos desde esta perspectiva, dejan de ser productos genéricos y se convierten en aliados estratégicos: herramientas que, usadas con criterio, ayudan a que tu nutrición sea tan única como tú. No son un sustituto de la alimentación, pero sí un complemento que, cuando se personaliza, multiplica los beneficios. Lo mejor es que esta revolución ya no pertenece al futuro. Está ocurriendo ahora mismo, con aplicaciones digitales, estudios genéticos accesibles y un creciente entendimiento del microbioma. Y cada avance nos acerca un poco más a dejar atrás la lógica de “talla única” para entrar en la era de la nutrición a medida.

Así que la próxima vez que escuches hablar de suplementos, piensa menos en fármacos y más en alimentos: en llaves que abren las puertas correctas para ti, en recetas adaptadas a tu propio metabolismo. Porque, al final, tu plato y tus suplementos pueden ser tan únicos como tu ADN.

En el blog de ALANUR seguiremos compartiendo evidencia científica clara, datos de impacto y tendencias en suplementos nutricionales, siempre desde la perspectiva de que son herramientas para personas sanas que buscan potenciar su bienestar.

Te invitamos a seguir leyendo nuestros artículos, donde exploramos cómo la ciencia y la innovación están transformando la forma en que entendemos la nutrición.

Porque cuando la información es clara y confiable, las decisiones también lo son.

Si quieres saber más sobre los artículos y estudios consultados para la redacción de este artículo, revisa las referencias que compartimos a continuación:

 

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  • Suez, J., Cohen, Y., Valdés-Mas, R., Mor, U., Dori-Bachash, M., Federici, S., Zmora, N., Leshem, A., Heinemann, M., Linevsky, R., Zur, M., Ben-Zeev Brik, R., Bukimer, A., Eliyahu-Miller, S., Metz, A., Fischbein, R., Sharov, O., Malitsky, S., Itkin, M., Stettner, N., … Elinav, E. (2022). Personalized microbiome-driven effects of non-nutritive sweeteners on human glucose tolerance. Cell185(18), 3307–3328.e19. https://doi.org/10.1016/j.cell.2022.07.016
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  • Xenos, K., Papasavva, M., Raptis, A., Katsarou, M. S., & Drakoulis, N. (2022). Vitamin D Supplementation and Genetic Polymorphisms Impact on Weight Loss Diet Outcomes in Caucasians: A Randomized Double-Blind Placebo-Controlled Clinical Study. Frontiers in medicine9, 811326. https://doi.org/10.3389/fmed.2022.811326
  • Ammar, M., Heni, S., Tira, M. S., Khalij, Y., Hamdouni, H., Amor, D., Ksibi, S., Omezzine, A., & Bouslama, A. (2023). Variability in response to vitamin D supplementation according to vitamin D metabolism related gene polymorphisms in healthy adults. European journal of clinical nutrition77(2), 189–194. https://doi.org/10.1038/s41430-022-01218-y
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